Para quien esté a dieta, esta es una buena idea para una cena.
Tampoco está mal en caso de querer preparar un entrante diferente, o bien para un picnic.
El caso es que el carpaccio da mucho juego, y sinceramente, da poco trabajo.
Lo único es que, o bien tenemos un carnicero habilidoso y con ganas de colaborar, o nos lo tenemos que currar nosotros.
La carne está cruda, aunque macerada con el limón, y hay que cortarla muy fina para que resulte agradable.
Por ello lo mejor es, dado que está cruda y es conveniente un congelado previo, cortarla a medio descongelar. Aunque en este caso he de admitir que ha sido Kike, mi carnicero, quien con su infinita paciencia, me la ha preparado.
Os digo el proceso.
Ingredientes:
- 200 grs Solomillo de ternera
- Medio limón
- Aceite de oliva virgen extra
- Rúcula
- Queso parmesano
- Sal
- Pimienta negra
Paso 1
En caso de que tengamos dudas con la carne, o bien que tengamos invitados y no nos queramos arriesgar, es preferible que esta esté previamente congelada durante un mínimo de 48 horas.
Así, una vez que esté a medio descogelar (en la nevera), la cortamos muy fina con el cortafiambres.
En el caso de que no tengáis cortafiambres, vale un cuchillo jamonero, o bien que os lo hagan en la carnicería, en caso de que tengáis confianza.
Con la carne cortada, la vamos disponiendo en el fondo de una fuente.
Paso 2
Echamos jugo de limón por encima y dejamos que macere en la nevera media hora.
Paso 3
Rallamos el queso parmesano con el mismo cortafiambres o cuchillo que hayamos utilizado para la carne.
Paso 4
Una vez que vayamos a servir el carpaccio, le echamos por encima un poquito de sal, pimienta negra recién molida (se nota la diferencia con la que viene en polvo) y unas gotas de aceite.
Acabamos la preparación con un manojo de rúcula y espolvoreando el queso parmesano rallado.
Se sirve frío
Buen provecho