De una buena remolacha se puede aprovechar todo.
El fruto nos vale para hacer una buena ensalada.
Si no la habéis probado cruda, os lo recomiendo, no la volveréis a cocer nunca más.
La ralláis con un rallador como el que se utiliza para la zanahoria y le echáis vinagre, aceite y sal. Listo, una ensalada de vicio.
También se puede hacer una crema con ella, que es muy típica de Lituania.
Las hojas, si están enteras y bonitas ni se os ocurra tirarlas. Estaréis desperdiciando una de las ensaladas más caras que hay.
En los mezclum que venden en los supermercados, la presencia de estas hojas hacen que suba mucho el precio. Así que para la próxima, ni se os ocurra. Aquí tenéis un ejemplo de una ensalada hecha con las hojas de la remolacha:
Y con los tallos, nos podemos hacer unos fritos. A mis hijos les encantan, y por poco me quedo sin ellos para la fotografía, ya que recién hechos es como están más sabrosos.
Ingredientes:
- Tallos de remolacha
- Un huevo
- Medio vaso de leche
- Harina
- Sal
- Aceite de oliva
Paso 1
Limpiamos los tallos y los cortamos con una longitud de 10 centímetros, aproximadamente.
En una olla con suficiente agua y un poco de sal, los escaldamos. Esto es, una vez que el agua empiece a hervir, agregamos los tallos y dejaremos que se cuezan un par de minutos.
Los retiramos y los pondremos en un escurridor para que suelten el exceso de agua.
Paso 2
Mientras se secan, vamos haciendo la masa.
En un bol pondremos el huevo, la leche, un poco de sal y batimos bien, hasta que quede homogéneo.
Entonces, vamos añadiendo poco a poco, harina. Removemos bien para que se incorpore a la preparación.
La textura de la crema debe quedar próxima a la de una mahonesa.
Paso 3
Una vez que está la crema lista, echaremos las pencas ya cocidas y escurridas.
Removemos bien y las vamos echando en una sartén con bastante aceite caliente.
Las vamos retirando a un plato con papel absorbente a medida que vayan cogiendo un tono tostado.
Se sirven recién salidas de la sartén.
Buen provecho